Recién llego de bailar Tango, de discutir y tratar de ver cómo se puede hacer llegar a la gente este baile que es más que eso, porque va mucho más allá que el aprender a dar unos pasos: el Tango es toda una vida.
Comemos a ritmo de un tanguito pausado, acompañado de bandoneón, servido sobre una tarima en la que los tacos se deslizan alargando las medias de rejilla bajo faldas sugerentes, para acabar yendo al postre, dulce, con un valsecito criollo: Desde el alma, por favor. En la sobremesa un chupito de milonga.
Yo bailo e intento transmitir este sentimiento que viaja desde la punta del pie, recorriendo mis arterias, traspasando mi alma hasta el centro de mi ser. Me fascina que otros puedan descubrir y disfrutar esta pasión, esta forma de comunicación que merece la pena vivirse. ¿De qué herramientas disponemos para encontrar este sentir?
En primer lugar, el Tango es un gran abrazo que habla. Con el abrazo se inicia un diálogo, en el que uno propone y el otro va a esa propuesta. El abrazo encierra lo que va a ser, en sí, el baile, este juego invadido de sentimientos que se contienen o no y que llegan al otro como un rebote de auténtica ternura. Abrazo que es una caja de intimidad en la que entra la música y se queda contigo, en la que se lleva a cabo un acto de amor, gracias a la conexión con el otro. Conexión que es comunicación; comunión entendida como comunicación de un ritual común.
Para lograr esta comunicación acudimos a la mirada: Mirar al otro. No es cuestión de mirar sin pestañear, les digo a mis alumnos. Pero no sirve de nada mirar sin ser mirado, sin ser escuchado. Escuchas la música, el silencio, el cuerpo del otro. Escuchas lo que te están contando mediante su torso, sus manos, sus pasos, sus tiempos, su respiración, todo su ser.
Esta comunicación se da sobre el suelo y nos eleva a las nubes, por eso nuestros pies y la postura cobran un papel crucial. El Tango se escucha desde la tierra al cielo. Dos fuerzas que te desgarran desde el centro. El Tango es algo que te traspasa los huesos.
Abrazo, intención, mirada, escucha, espera, respira, música, silencio, movimiento, pausa, quietud, camina… y, poco a poco, el Tango se te quedará en el alma